La construcción de personajes
“La creación de un buen personaje resulta esencial para el éxito de su guión. Sin personaje no hay acción, sin acción no hay conflicto, sin conflicto no hay historia, sin historia no hay guión”. (Syd Field. El libro del guion: Fundamentos de la escritura de guiones. Plot, 2001)
El
personaje protagonista es quien proporciona el conflicto principal y por tanto
se convierte en el motor de tu historia. Es por ello que debes dedicar especial
mimo y cuidado a su construcción.
Me
gustaría que pienses en las posibles diferencias entre en estas dos fotografías
del actor Sean Connery:
Además de
los 25 años que pasaron entre ambas imágenes, la primera película catapultó a
la fama al actor escocés, mientras que la segunda le supuso ganar un premio
Oscar. Pero la diferencia más
significativa se encuentra en los personajes a los que dio vida. Y es que poco
se parecen James Bond y Jim Malone, ¿verdad?
Mientras
que el primero representa al héroe clásico (varón de raza blanca unidimensional
que no sufre ninguna transformación en el relato) el segundo es más complejo y
más acorde con la figura del nuevo héroe, mejor dicho el anti-héroe del relato
audiovisual moderno.
Así que, si quieres evitar clones del insulso
agente 007 o de sus compañeras de aventuras, te recomiendo que tus personajes:
- Sean creíbles. No hace falta que sean realistas,
pero sí que sean completamente verosímiles. De lo contrario se pierde el
principal objetivo: la identificación por parte del público.
- Tengan una meta u objetivo (quieren algo) así como una motivación (por qué lo quieren). Si los espectadores no saben por qué un personaje
hace algo, difícilmente querrán acompañarlo. Esto además posibilita que haya
una acción dramática: debe hacer algo
para alcanzar lo que quiere.
- Tomen decisiones y actúen. Como dice el propio Syd
Field: “El personaje es lo que hace”.
En las narraciones audiovisuales conocemos a un personaje por lo que hace, no
por lo que piensa. Sus pensamientos deben
estar manifestados a través de las acciones, actitudes y conflictos.
-
Sean multidimensionales con características
físicas, psicológicas y sociales bien definidas. Para ello puede serte útil
hacerte preguntas sobre su edad, sexo,
apariencia, valores, ambiciones, actitudes, familia, vida profesional, aficiones
y un largo etcétera.
-
Sean coherentes al mismo tiempo que tengan ciertas
contradicciones. Es importante buscar paradojas que complejicen su
personalidad, así como detalles que lo singularicen.
-
Muestren reacciones emocionales. Esto hace
comprensible al personaje y por tanto, posibilita la identificación.
-
Sean necesarios y justificables. La pregunta
obligada es ¿por qué y para que está aquí este personaje? Si no tiene
función ni significado, tienes dos opciones: o reconstruirlo o sacrificarlo.
-
Sufran una evolución. Es lo que se denomina el arco de transformación: curva de
cambio de un personaje a lo largo de la historia. Usualmente se caracteriza por
la adopción o el abandono de una serie de valores, como consecuencia de las
vivencias experimentadas en la historia. En las primeras películas de James
Bond sus aventuras no afectaban al personaje y este parecía reiniciarse al final de cada film.
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