El guión en ficción.




Son muchas las opciones y diversos los formatos que puedes elegir para tu proyecto audiovisual. Pero en el caso de que optes por una obra de ficción, tu principal guía de ruta debe ser el guión.

Es vital que dediques todo el tiempo que necesites para escribir tu guión por varios motivos:

-       Es la imagen tangible de tu proyecto y por tanto tu principal herramienta de comunicación antes de que comiences su ejecución.

-       Permite el estudio de la viabilidad y la posterior planificación: determina la totalidad de los lugares y elementos necesarios.

-       Posibilita el desarrollo de la idea inicial y las aportaciones de todas las personas implicadas.

-       No sólo define tu historia, sino también las características de los personajes, algo fundamental para la identificación con el público.


Con un buen guión una película puede ser buena o mala, pero con un guión malo esta irremediablemente condenada a la mediocridad”. (Akira Kurosawa, director).


Dice Linda Seger (Cómo convertir un buen guión en un guión excelente. Rialp, 2001) que los tres elementos necesarios para el éxito de un guión son:
-       Capacidad de venta (Marketability).

-       Originalidad (Creativity).

-       Estructura adecuada (Script structure)

Las primeras veces que te enfrentes al reto de poner en marcha un proyecto audiovisual, uno de los procesos más costosos será escribir el guión y conseguir esa estructura sólida de la que habla Linda Seger. Por ello, en este post vamos a conocer aspectos clave que puedan ayudarte a estructurar tu guión.

Primer pilar de tu estructura: el planteamiento
¿Qué significa eso de una “estructura adecuada”? Como punto de partida, es bueno que te preguntes si tu historia cumple el clásico esquema planteamiento-nudo-desenlace. Parece obvio, pero si no identificas claramente estas tres patas en tu guión, acabarás en un auténtico caos narrativo.

Sobra decir que el planteamiento será la clave para engatusar a tu audiencia. De ahí que Dwight V. Swain hable de la necesidad de incluir un gancho (hook) y un compromiso (commitment) que deberá intervenir lo antes posible, para no dejar a los personajes inactivos y satisfechos con su situación (Manual práctico de escritura del guión cinematográfico. Focal Press, 1976).

El planteamiento es la puerta al relato, así que, además de ese gancho y compromiso, te recomiendo que:

-      Ubiques a la audiencia en el espacio y el tiempo y, sobre todo, en las reglas del universo que has creado. Para ello puede ser útil adscribirte a un género (terror, western, comedia…). Esto te permite ahorrar explicaciones al público sobre las reglas que ya conoce.
-      Presentes a los personajes principales. Debes dar la información suficiente para que el espectador comience a identificarse con los protagonistas.

-      Muestres la máxima información en el mínimo tiempo. Selecciona la información esencial para comprender la historia, distinguiendo lo importante de lo accesorio.

-      Comiences mejor con una imagen y no con un texto: el ojo es más rápido que el oído.

-      Evites que parezca una exposición. Se acepta mejor un planteamiento dramatizado que una narración (sólo se lo permitimos a la saga de Star Wars).

-      Expongas los acontecimientos con claridad. Está bien generar cierto suspense o desconcierto, pero recuerda que todo el público tiene que entender qué está pasando.

-      Incluyas un detonante, un incidente que desencadene un conflicto. Con este punto de giro tu protagonista tiene que resolver una situación, tiene un objetivo. Es entonces cuando se plantea lo que Linda Seger denomina la cuestión central, es decir, lo que está en juego, lo que hay que resolver: ¿Conseguirá Dorothy encontrar al mago de Oz y regresar a su casa en Kansas?.

El origen del drama: el conflicto.

“Las historias son metáforas de la vida y estar vivo significa estar en conflicto perpetuo”. (Robert Mckee. El guión. Alba Editorial, 2013)

El conflicto es el enfrentamiento que da origen al drama y por eso José María Castillo lo denomina la célula básica del drama (Televisión, Realización y Lenguaje audiovisual. Instituto RTVE, 2009). El conflicto genera la acción y sin acción no hay drama. Por tanto si no tienes conflicto, no tienes historia.

Puedes mostrar ese enfrentamiento en tres niveles, siguiendo a Robert Mckee (El guión. Alba Editorial, 2013):

·       Conflicto externo: el entorno, la naturaleza, fuerzas sobrenaturales… Suelen ser historias más caras de filmar, ya que normalmente implicarán exteriores o escenas de acción. Aunque un conflicto externo también puede ser con las autoridades, las leyes…los recortes.

·       Conflicto personal (o de relación): con amistades, amantes, compañeros, familia… Es propio de comedias y dramas, por lo que es menos costoso de filmar.

·       Conflicto interior: En este caso la mayor dificultad será conseguir conectar con tus espectadores. Es complicado trasladar este tipo de conflictos a la imagen y que tengan fuerza visual ya que tenemos que ver sus pensamientos. Recuerda: el guión no es una novela.

La dificultad de cerrar la trama:

“Es mejor una mala historia con un buen final que lo contrario(William Goldman autor de La princesa prometida, y Oscar al guión de Todos los hombres del presidente).

El conflicto que plantea tu historia debe tener una resolución final: al público nos gustan los universos de ficción cerrados. No significa que no puedas dejar abiertos algunos interrogantes. Pero tu audiencia debe poder dar respuesta a las preguntas que se hicieron en el planteamiento, al comienzo de la trama.

La cuestión central de la que habla Seger debe quedar respondida, aunque sea con un “quizás”. De lo contrario corres el riesgo de crear un anticlímax en la audiencia: clímax que no resuelve el conflicto central de la historia, creando un efecto decepcionante en el público.

No es tarea fácil conseguir una buena resolución final. Por eso en ocasiones nos encontramos con conflictos que se resuelven por medio de la aparición de elementos sin antecedentes que lo justifiquen: una coincidencia inexplicable, un accidente repentino o la intervención divina. Ten cuidado con esto. El público no suele admitir este tipo de resoluciones (denominadas deus ex machina) por inverosímiles.

En definitiva, tienes el reto de evitar una solución demasiado superficial, fácil, increíble, poco interesante o que no resuelva la cuestión central.

Una posible estrategia es que hagas lo mismo que personalidades tan relevantes como Truman Capote o Woody Allen: usar el denominado método O.Henry. Este método toma su nombre del seudónimo de William Sidney Porter, (1862-1910) un escritor de cuentos famoso por su técnica argumental: escribía sus historias hacia atrás; buscaba un buen final y después comenzaba a escribir desde el principio.

Probablemente la idea de este cortometraje surgió pensando en el final:
A primera vista. Diego Sanchidrián, 2007. Guionista: Pedro Pablo Picazo. Duración: 5 minutos.


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