¿Por qué hacer un vídeo mola?


Mi misión de hoy es convencerte de que te animes a realizar proyectos que incorporen la creación audiovisual para la intervención social y/o educativa. Por ello quiero compartir contigo algunas de sus pontencialidades:

Conocer los medios, cambiar la mirada:

Sumergirse en este tipo de proyectos requiere que sus participantes hagan un análisis previo de los lenguajes y géneros audiovisuales así como de las estrategias empleadas por los medios de comunicación. Aprender a leer e interpretar sus contenidos proporciona los instrumentos necesarios para crear mensajes propios y distintos a los hegemónicos.

Conocer los recursos expresivos del lenguaje audiovisual y reconocer los patrones y convenciones facilita por tanto la elaboración de nuevos significados, de nuevas miradas.

Mira qué bien nos lo explica Andrea García de la Cooperativa Pandora Mirabilia (hasta minuto 2’30):

Entrevista a Andrea García. Festival Internacional de Cine Comunitario Ojo al Sancocho (Colombia). 2012.  Duración: 3:32 minutos.

Aprender haciendo:

Poner en marcha una producción audiovisual implica ponerse a trabajar en ella desde el minuto uno. Paulatinamente sus participantes se enfrentan a una larga de lista de tareas hasta entonces desconocidas: manejar la cámara, planificar las necesidades de producción, editar los vídeos en montaje…

De modo que utilizar la creación de un vídeo como eje central del proyecto permite a sus participantes aprender haciendo. Este término (learning by doing) que acuñó John Dewey a mediados del siglo XX, hace referencia al aprendizaje como un proceso activo sobre el mundo, y no como una recepción pasiva través de los sentidos.

Trabajar en la elaboración de un producto audiovisual proporciona a sus participantes la oportunidad de realizar observaciones e investigaciones mientras practican la experimentación en primera persona. Jugar ese papel protagonista durante el proceso favorece la interiorización y articulación de los aprendizajes. Además, cuando la intervención se produce sobre la realidad y en situaciones de cotidianidad, el proceso de aprendizaje es más exitoso.

Si ves un vídeo que te gusta mucho probablemente permanezca bastante tiempo en tu memoria. Si has participado en su guión y rodaje se convertirá en un vídeo inolvidable.

Estas experiencias otorgan especial valor a las vivencias y percepciones de sus participantes y por tanto los aprendizajes generados son más significativos.

Creaciones que empoderan:

Contar con un Smartphone con conexión a Internet, permite grabar un vídeo, subirlo a Youtube y compartirlo en Twitter en pocos y sencillos pasos. Este nuevo aliado ha facilitado la generación y difusión de contenidos de manera masiva y la aparición de millones de nuevos creadores.

Incorporar estas herramientas en proyectos de intervención social y/o educativa además de ser económicamente más asequible, permite a sus protagonistas plasmar los temas que les preocupan, proyectar sus miradas y hacer oír sus voces en todo el planeta.

No cabe duda que el vídeo permite dar a conocer experiencias, puntos de vista y, por consiguiente, proyectos. El resultado final puede ayudar a visibilizar a las entidades de intervención socioeducativa y a las personas con las que trabajan. Es una memoria audiovisual perfecta.

Además sirve para poner luz sobre aspectos de los que nadie habla, cuestionar estereotipos y prejuicios, denunciar injusticias que afectan a los colectivos más desfavorecidos... En definitiva, contribuir a la misión de las organizaciones.

Una obra colectiva, un trabajo colaborativo:

Cualquier producción audiovisual es sinónimo de trabajar en grupo y, por lo tanto, de compartir experiencias, tomar decisiones y consensuar visiones. Por un lado, permite expresar y hacer escuchar la propia voz, pero también plantea la necesidad de construir un discurso colectivo. Aprender a negociar, compartir y dialogar será un requisito imprescindible para que el proceso de creación tenga un desarrollo exitoso.

No hay que olvidar la importancia socializadora de los medios de comunicación. El vídeo es un excelente espejo en el que mirarnos y con el que reírnos de lo que vemos. Además nos permite intercambiar papeles, comprender a los demás, cuestionarlos y cuestionarnos.

En la mayoría de los casos, los contenidos que se generan están íntimamente ligados a la realidad del territorio. Esto además de facilitar una mayor comprensión del entorno, favorece una mirada crítica sobre el mismo. Por otra parte, este tipo de experiencias participativas generan identidad colectiva que favorece la implicación de sus participantes en la comunidad.

Inmersión investigadora:

La temática sobre la que versa un proyecto audiovisual empapa todo el proceso de creación, lo que permite profundizar en el conocimiento de esa materia. En cada una de las fases de la producción, hay que tomar distintas decisiones a la hora de construir el mensaje final. Por ello, es necesario sumergirse en el tema elegido, investigar y documentarse, hasta dar con la mirada particular de las personas que forman parte del proyecto.

Ser autores y autoras de un producto audiovisual implica hacer propio su discurso, lo que conlleva conocerlo y entenderlo con mayor profundidad. Además, para conseguir que el público comprenda e interprete correctamente el mensaje es preciso que quienes lo construyen hayan analizado y reflexionado sobre el tema y sobre la elaboración del contenido.

Y por último, pero no menos importante: no hay que olvidar que hacer cine es divertido. Permite jugar, experimentar, disfrutar, usar el humor y la ironía, convertirse en un personaje o inventarse otras realidades.  


Y tú ¿conoces alguna otra ventaja o, por qué no, algún inconveniente del uso de esta herramienta?




Comentarios

  1. Producir algo propio y a la vez colectivo favorece la autoestima individual y de grupo. Ayuda a crear lazos afectivos.

    Muy interesante.

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  2. Me parece muy estimulante. Ofrece información muy rigurosa pero de forma amena y clara.
    Voy a seguir este blog todos los días.
    Enhorabuena a su creador

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